sábado, 21 de junio de 2025

Música uruguaya para extranjeros

Como me apasiona la música, cada vez que viajo o recibo visitantes del exterior en Uruguay, me gusta compartir con ellos los sonidos más característicos de nuestro país. No es tarea sencilla: la riqueza de nuestra música reside precisamente en su diversidad y en una mezcla de influencias que, fuera de nuestras fronteras, suelen ser poco conocidas.

La música uruguaya tiene una identidad propia, pero al mismo tiempo híbrida. Por eso, para comprenderla en profundidad, es necesario primero presentar sus raíces: los estilos originarios que moldearon su personalidad sonora, y que luego dieron lugar a fusiones, transformaciones y nuevas expresiones a lo largo del tiempo.

Podríamos decir que hay cuatro pilares fundamentales que explican el sonido de la música uruguaya: el candombe, la milonga, la murga y el tango. Cada uno de ellos tiene un origen singular y una impronta cultural propia, pero todos han dialogado con otros géneros —como el jazz, el blues, el rock o la música latinoamericana— dando lugar a un paisaje sonoro complejo y en permanente evolución.

Pero los principios tienen su peso: la música uruguaya nace del entrecruce de la herencia africana —traída por los esclavizados durante los siglos XVIII y XIX— con las influencias europeas, principalmente de inmigrantes españoles e italianos. Esta combinación se manifiesta tanto en los sonidos urbanos como en las expresiones musicales rurales, conformando una identidad sonora única en la región.

1. Candombe: Reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, el candombe tiene raíces afrodescendientes y nace de la fusión de ritmos de distintas etnias africanas esclavizadas durante la época colonial. Hoy se interpreta con tres tipos de tambores que conforman una cuerda: el chico (marca el pulso), el piano (lleva la base) y el repique (improvisa libremente). Es un ritmo montevideano por excelencia, nacido en la calle y para la calle, profundamente ligado al barrio, la danza y la comunidad. Aunque se ha convertido en un espectáculo en Carnaval, su esencia sigue viva en las llamadas barriales que recorren la ciudad al ritmo de los tambores.

2. Milonga: Surge del cruce entre el canto gauchesco, la guitarra española y ritmos de raíz africana. Se caracteriza por letras de tono poético o narrativo, acompañadas por un ritmo marcado en la guitarra criolla. Es la base de buena parte del folclore nacional y del canto popular uruguayo, y ha sido la plataforma desde la cual se han expresado trovadores y cantautores a lo largo del siglo XX, desde Alfredo Zitarrosa hasta Fernando Cabrera.

3. Murga uruguaya: Una adaptación del carnaval gaditano, transformada y apropiada en Uruguay como una expresión colectiva de crítica social, humor y poesía urbana. Se interpreta con un coro polifónico acompañado por una percusión particular: bombo, redoblante y platillos. Es una forma de crónica cantada que aborda tanto temas de actualidad como aspectos esenciales de la vida cotidiana: el barrio, la amistad, el bar, la memoria colectiva. Aunque nació ligada al Carnaval, la murga trasciende la fiesta y ha influido en músicos de todos los géneros.

4. Tango: Nacido en los arrabales portuarios de Montevideo y Buenos Aires como una mezcla cultural entre criollos, inmigrantes europeos y afrodescendientes. El bandoneón, junto a las guitarras y violines, define su sonoridad melancólica y profundamente expresiva. Aunque durante décadas fue más asociado a Argentina, Uruguay tuvo un rol protagónico en su gestación, y sigue siendo una parte vital de nuestra identidad musical.

A partir de estos pilares, la música uruguaya ha generado múltiples fusiones, en las que dialogan el candombe, la murga, la milonga y el tango con géneros globales como el rock, el pop, el jazz, el reggae o la música latina. Este proceso, que se intensificó a partir de los años setenta, dando lugar a estilos únicos como el candombe beat (Eduardo Mateo, Rubén Rada, El Kinto) o la murga canción (Jaime Roos) donde conviven sonidos del barrio con armonías del pop y el espíritu del carnaval.

Estas mezclas no solo aportaron innovación, sino también una nueva forma de entender la identidad: no como algo fijo, sino como una conversación permanente entre lo propio y lo ajeno, entre el pasado y el presente. La música uruguaya se reinventa constantemente sin perder de vista sus raíces.

En la actualidad, Uruguay sigue siendo un semillero de propuestas musicales originales. Desde la canción de autor hasta las nuevas formas del trap, el rap o la música electrónica, muchos artistas mantienen vivo el diálogo con los estilos tradicionales, ya sea de forma explícita o sutil. Jorge Drexler o Fernando Cabrera, por ejemplo, ha llevado elementos de la milonga y la murga a escenarios globales. Bandas como Cuarteto de Nos, No te va gustar o La vela puerca, que han incorporado influencias rioplatenses en el rock, mientras que proyectos más recientes exploran nuevas formas de expresión urbana con guiños a lo ancestral.

Dentro de los géneros bailables más populares, Uruguay desarrolló una escena propia conocida como música tropical uruguaya, que incluye versiones locales de cumbia, merengue y salsa, pero con un sello distintivo. Un subgénero especialmente representativo es la llamada plena uruguaya, caracterizada por ritmos contagiosos, uso prominente de teclados, percusión y letras simples o festivas. Grupos como Los Fatales, Karibe con K o Chocolate marcaron generaciones con esta música pensada para bailar, donde el acento rioplatense, los guiños al candombe y el espíritu popular definen una identidad sonora única en el mapa latinoamericano.

También vale la pena destacar dos formas expresivas que, aunque muy distintas entre sí, comparten el arte de la improvisación y la palabra como herramienta principal: los payadores (Julio Gallego, Carlos Molina, Abel Soria) que han mantenido viva la tradición oral de décimas que cuentan historias del ámbito rural, y los raperos (La Teja Pride, Peke 77, Clipper) que desde las calles urbanas canalizan inquietudes sociales y vivencias personales a través de sus beats.

Playlists:

Candombe: Desde el candombe puro de tambores (Cuareim 1080, Morenada, Yambo Kenia) hasta las primeras canciones que suman instrumentos de viento (Pedro Ferreira) o las versiones mas recientes (Valores de Ancina, Eduardo da Luz). Pero también en la fusión con el sonido beat y los instrumentos eléctricos (Ruben Rada, El Kinto, Hugo Fattoruso), con la milonga (Jorge Do Prado) y las versiones que suman sonidos de la música urbana y tropial (Bola 8), el candombe es una base fundamental de la música uruguaya.

Milonga: Guitarras acústicas tradicionales (Zitarrosa, Los Olimareños, Daniel Viglietti, Larbanois & Carrero, Numa Moraes, El Sabalero) o combinadas con otros sonidos (Dino, La banda de la luna azul,  Montevideo Blues, Fernando Cabrera, Jorge Nasser, Jorge Drexler).

Murga: El sonido tradicional del coro de murga (Patos Cabreros, Araca la Cana, Falta y Resto, Curtidores de Hongos), se ha vuelto canción (Edu Lombardo, Tabaré Cardozo, Canario Luna, Jaime Ross, Los mareados, Mauricio Ubal) fusionada con el rock, el candombe, la milonga y el tango.

Tango: Desde los cantores mas tradicionales (Carlos Gardel, Julio Sosa, Francisco Canaro) a los mas cercanos en el tiempo (Gustavo Nocetti, Francis Andreu) el tango sigue vivo, busca sus raíces comunes con el candombe (Lágrima Ríos, Malena Muyala), la murga (Los Mareados), el rock (Maia Castro) o la electrónica (Bajo Fondo).

[Una recomendación adicional: Montevideo Sonoro]

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martes, 27 de mayo de 2025

IA Podcast: Ética en la Era de la Inteligencia Artificial

Este segundo capítulo del podcast en español, presenta una discusión sobre los desafíos éticos de la inteligencia artificial (IA), explorando temas clave como la privacidad en el reconocimiento facial y la necesidad de consentimiento explícito. También cuestiona la toma de decisiones autónomas por parte de la IA, considerando la responsabilidad y la falta de contexto humano en situaciones críticas. Se analiza la originalidad de las creaciones generadas por IA y los debates sobre autoría y propiedad intelectual, así como las implicaciones éticas de usar asistencia de IA para tareas creativas y el posible reemplazo de trabajos humanos por automatización, destacando la velocidad del cambio y la concentración de poder. Finalmente, se plantean interrogantes sobre cómo la IA puede impactar la desigualdad social y la distribución del poder en el futuro.

Creado con inteligencia artificial utiliznado NotebookLM de Google.

Artículo original: https://www.detodounpoco.com.uy/2025/03/desafios-eticos-en-la-era-de-la.html

[Escuchar el podcast aquí]

martes, 13 de mayo de 2025

IA Podcast: Saber hacer preguntas

En este primer capítulo en español del podcast, se examina la evolución de las habilidades profesionales desde el simple saber hasta la capacidad de saber hacer y, crucialmente, resolver problemas. Con la llegada de la inteligencia artificial, se argumenta que la habilidad más valiosa se ha convertido en la de hacer las preguntas correctas. El autor comparte su experiencia personal para ilustrar cómo la resolución de problemas fue clave en su carrera, y cómo la capacidad de cuestionar y entender el contexto es esencial en el panorama profesional actual y futuro. En resumen, el texto destaca la importancia de pasar de la mera ejecución a la innovación a través de preguntas estratégicas.

Creado con inteligencia artificial utiliznado NotebookLM de Google.

Artículo original: https://www.detodounpoco.com.uy/2025/04/saber-saber-hacer-resolver-problemas.html

[Escuchar el podcast aquí]

martes, 29 de abril de 2025

Saber, Saber Hacer, Resolver Problemas, Hacer Preguntas

Cuando inicié mi vida profesional, me contrataron como analista funcional para un proyecto de implementación del sistema SAP ERP en una importante empresa uruguaya. No sabía nada de los procesos específicos de esa empresa, ni tampoco era consultor SAP. Tenía poca experiencia previa, y sin embargo, debía actuar como puente entre el equipo de consultores del proveedor de software y los futuros usuarios internos del sistema. Lo único claro era que trabajaría en procesos relacionados con finanzas, y que mi formación de grado era de contador público.

En ese contexto tan desafiante, le pregunté al gerente por qué me había contratado. Su respuesta fue breve, pero dejó una huella profunda en mí:

"Vos fuiste formado para resolver problemas, y en este proyecto vamos a tener muchos problemas."

Con los años, y después de más de dos décadas trabajando en consultoría en sistemas de información, esa frase se volvió cada vez más clara. Resolver problemas ha sido siempre el núcleo de mi rol: entender necesidades, identificar alternativas, dialogar con los distintos actores involucrados y ayudar a las organizaciones a tomar mejores decisiones.

Las profesiones han ido evolucionando. En un primer momento, se valoraba el conocimiento teórico: saber. Luego, fue fundamental poder aplicar ese conocimiento: saber hacer. Pero con el tiempo, quedó claro que lo esencial era algo más: tener la capacidad de resolver problemas.

Hoy, en un mundo atravesado por la inteligencia artificial, esa evolución da un paso más. Porque cuando las máquinas pueden procesar información más rápido que nosotros, automatizar tareas complejas y hasta generar soluciones posibles, el diferencial humano se traslada hacia otro lugar: la capacidad de formular las preguntas correctas en el momento correcto.

Preguntar bien no es un detalle menor. Es una habilidad crítica. Implica observar el entorno, comprender el contexto, empatizar con los demás y conectar ideas que a simple vista parecen aisladas. Implica cuestionar supuestos, abrir posibilidades y, sobre todo, no conformarse con la primera respuesta.

En este nuevo escenario profesional, no alcanza con saber mucho ni con hacer bien las cosas. Lo que importa es cómo pensamos, cómo colaboramos y cómo enfrentamos lo incierto. Preguntando también desde una mirada ética. Resolver problemas ya no será solamente encontrar respuestas, sino también tener la capacidad —y la valentía— de hacer las preguntas que realmente importan.

Y quizás, como me pasó a mí al comienzo, haya muchos profesionales que arranquen su camino sin tener toda la experiencia o el conocimiento técnico, pero con una gran disposición a escuchar, aprender y cuestionar. Porque al final, eso es lo que define a los verdaderos profesionales del futuro: los que, más allá de cualquier herramienta, siguen sabiendo cómo hacer las preguntas clave.

[Imagen generada por GPT-4o]

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martes, 22 de abril de 2025

Piriapolis y Punta del Este en 1 día

Hace un tiempo compartia aquí un artículo con recomendaciones para conocer Montevideo en 1 día, pensando en personas extranjeras que vienen por trabajo, o están de paso, y quieren tener una primera aproximación a la ciudad.

Ahora, en esa misma línea, extiendo las recomendaciones hacia el este para poder visitar Piriápolis y Punta del Este en un día, ya que son sólo 150 kilómetros desde Montevideo y en
un recorrido en auto pueden combinar paisajes increíbles, historia, naturaleza y, por supuesto, ese aire único de la costa uruguaya. 


La jornada puede comenzar en Piriápolis, una ciudad diseñada por Francisco Piria con estilo europeo. 
Pero antes de llegar, si venís desde Montevideo y entrás por Las Flores, podés visitar el Castillo Pittamiglio, un lugar lleno de simbolismos esotéricos y con una arquitectura muy peculiar. Un breve recorrido alcanza para captar su esencia. 

Un paseo rápido en auto por la rambla te permitirá ver algunos íconos de Piriápolis: el Argentino Hotel y el Hotel Piriápolis (hoy colonia escolar) y el Paseo de La Pasiva (ex Hotel de Baños), símbolos del glamour de principios del siglo XX. Ideal para unas fotos y seguir viaje.

Tu primera parada debería ser el Cerro San Antonio, al que se puede subir en auto. Desde arriba vas a tener una vista espectacular de la ciudad y del mar. Hay un pequeño parador donde vale la pena tomarse un cafecito mientras disfrutás de la tranquilidad y las panorámicas.

El Puerto de Piriápolis podría tentarte, pero si tu ruta incluye el de Punta del Este, podés pasar de largo. Aunque si el hambre aprieta, las empanadas de los puestos de pescadores son una excelente excusa para una parada breve.

El siguiente punto del recorrido es la Fuente del Toro, ubicada en la base del cerro. La tradición manda tocar las bolas del toro para atraer la buena suerte. Si bien se puede subir caminando hasta la cima, en una recorrida de un único día en la zona, no tendrás tiempo suficiente.

No muy lejos se encuentra el Castillo de Piria, la antigua residencia del fundador de la ciudad. Es un sitio cargado de historia, y aunque podés hacer la visita completa, si tenés poco tiempo, al menos sacá unas buenas fotos del exterior, que ya de por sí es imponente.

Siguiendo ese camino se llega al Cerro Pan de Azúcar. Te recomiendo subir hasta la cima solo si querés hacer trekking, pero tené en cuenta que al menos un par de horas. Pero en su base hay una Reserva de Fauna Autóctona que vale la pena.

Dejando atrás Piriápolis, el camino hacia Punta del Este se puede visitar el Arboretum Lussich, un paseo gratuito entre árboles exóticos. Y siguiendo por ese camino se puede visitar el establecimiento Lapataia que es famoso por sus panqueques con dulce de leche, un imperdible.

Ya llegando al destino principal, la ruta ofrece una de las vistas más lindas de la costa: Punta Ballena. También podés dejarlo para el regreso ya que ver el atardecer en Casapueblo es mágico, aunque hay que considerar que el acceso no es gratuito.

Una vez en Punta del Este, las playas te reciben. En la Playa Brava no puede faltar la clásica foto con los famosos "Dedos", y si preferís un baño más tranquilo, la Playa Mansa es la opción ideal.

La Avenida Gorlero es la principal calle comercial. Aunque no son muchas cuadras, caminarla suma al espíritu turístico, quizás comprando algún souvenir o simplemente disfrutando del movimiento.

Para sentir que realmente estuviste en Punta del Este, acercate hasta el Faro, en el extremo de la península. Después, un recorrido por el Puerto te permitirá ver lobos marinos muy de cerca, mientras los pescadores limpian su pesca del día.

Una divertida parada es el Puente de La Barra: cruzalo en auto, acelerando un poco para sentir la famosa ondulación. Seguí camino hasta La Barra y Manantiales, zonas con un estilo más relajado y menos urbano, ideales para descansar la vista y el espíritu.

Si tenés ganas de ir un poco más lejos, el Faro de José Ignacio te regala postales de revista. Eso sí, comer allí puede resultar bastante caro. Y si sos de los que aman rutas escénicas, cruzar el Puente Circular de Laguna Garzón es una experiencia única. Luego de hacerlo, conviene volver sobre tus pasos, ya que del otro lado no hay muchos atractivos turísticos inmediatos.

Y si todavía te queda energía, el MACA (Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry) ofrece un parque escultórico gratuito que combina arte y naturaleza en un entorno simplemente maravilloso.

Para los que buscan agregar algo diferente y tienen más tiempo, el desvío hasta Pueblo Edén es una excelente opción: un pequeño rincón rural donde el camino es tan lindo como el destino. Allí podés almorzar en la Posta de Vaimaca (una experiencia gourmet) o en Mis Raíces, con un menú más sencillo y precios más accesibles.

Otra alternativa exclusiva es visitar la Bodega Garzón, donde además de vinos de alta calidad, vas a encontrar una vista impresionante de las sierras. Eso sí, asegurate de reservar y confirmar horarios, y preparate para una experiencia un poco más costosa.

[Aquí un mapa con estos lugares señalados]
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lunes, 24 de marzo de 2025

Cervezas Artesanales en Uruguay: Modelos de Negocios

Cuando hablamos de los grandes cambios que han atravesado los mercados en las últimas décadas, solemos pensar automáticamente en el sector tecnológico. Sin embargo, hay ejemplos fascinantes de transformación e innovación en rubros que, a primera vista, parecen alejados del mundo de las TIC. Uno de ellos es el de las cervezas artesanales en Uruguay, un fenómeno que crece de manera sostenida y que refleja con claridad cómo las nuevas lógicas de producción, consumo y colaboración están redefiniendo la manera en que concebimos los negocios.

La mayoría de estas cervecerías nacen como iniciativas personales. Personas que, más que emprender con una visión puramente comercial, comienzan su camino desde una necesidad propia: el deseo de consumir algo diferente, algo que el mercado masivo no ofrece. Desde allí, deciden producirlo. Este gesto inicial tiene mucho que ver con el concepto de prosumer (productor + consumidor), donde quien antes era sólo un consumidor pasivo ahora toma un rol activo, participando no sólo en la elección sino también en la creación y transformación de los productos que desea.

Pero lo interesante no termina ahí. Las cervecerías artesanales no se limitan a fabricar un producto alternativo; construyen una forma distinta de vincularse con su entorno. Apoyadas en herramientas digitales y redes sociales, aprovechan canales de comunicación directa con sus clientes. Dialogan, reciben retroalimentación, ajustan sus recetas y experimentan constantemente. El ecommerce y las plataformas digitales les permiten llegar a consumidores sin necesidad de intermediarios, manteniendo un vínculo cercano y genuino que refuerza el valor de lo artesanal y lo local.

Además, en este sector es notable el grado de cooperación entre actores que, en otro contexto, serían considerados competidores. Lejos de replicar la lógica de las grandes corporaciones cerveceras, donde prima la competencia feroz y la estandarización, las cervecerías artesanales optan por colaborar, compartir conocimientos, insumos, y hasta espacios de producción o distribución. Se organizan en redes, participan en ferias conjuntas, y fortalecen una marca colectiva que trasciende a cada una de ellas.

Este tipo de dinámicas no son casuales. Son parte de un cambio más profundo en la forma en que entendemos el trabajo, la producción y el consumo. Las claves del éxito en este sector no pasan únicamente por el volumen, sino por la calidad, la cercanía, la innovación y la capacidad de adaptarse rápidamente. La experimentación es constante, ya sea probando nuevas combinaciones de ingredientes, nuevos estilos, o incluso nuevas formas de presentación y distribución.

En el fondo, lo que vemos en las cervecerías artesanales es la aplicación práctica de varios conceptos que han ganado relevancia en los últimos años: cooperación, redes horizontales, innovación abierta, economía colaborativa y crecimiento sostenible basado en la diferenciación, no en la homogeneización.

Quizás lo más importante sea la lección que dejan: no hace falta ser parte del sector tecnológico para adoptar y beneficiarse de estos enfoques. La transformación digital, entendida en un sentido amplio, no es sólo cuestión de software y algoritmos, sino también de nuevas maneras de relacionarse, de producir valor, de conectar con clientes y con otros actores del mercado.

Las cervecerías artesanales nos muestran que es posible construir modelos de negocio más humanos, descentralizados y colaborativos, donde la innovación no esté reservada a gigantes, sino que sea el resultado natural de la interacción entre personas apasionadas por lo que hacen.

Y, en ese sentido, vale la pena preguntarse: ¿qué otros sectores podrían mirar hacia este modelo para repensar sus prácticas y abrirse a nuevas formas de crecer?

[Si quieres probar cervezas locales, uso y recomiendo Birrava]

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Desafíos Éticos en la Era de la Inteligencia Artificial

La semana pasada particpé como invitado en el Taller de Ética y Responsabilidad Social de la Licenciatura en Administración en FCEA, UdelaR, donde estuve conversando sobre los desafíos relacionados con las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y, especialmente, con la inteligencia artificial (IA). 

Un primer ejemplo es el reconocimiento facial, una tecnología que ha ganado popularidad en diversos sectores, desde la seguridad hasta la publicidad. En el ámbito del marketing relacional y la gestión del relacionamiento con clientes, el reconocimiento facial podría ser utilizado en tiendas de retail para identificar a los clientes y ofrecerles experiencias personalizadas, similares a cómo funcionan las cookies en internet. Sin embargo, surgen preguntas sobre la privacidad y el consentimiento: ¿los clientes están informados de que se les está rastreando? ¿Deben dar su consentimiento explícito, como ocurre con las cookies en los sitios web? ¿Qué tan invasivo puede resultar? ¿Como clientes queremos eses nivel de trazabilidad al que nos acostumbramos a tener en la web?

Otro desafío ético importante es a la capacidad de las IA para la toma de decisiones autónomas. Cada vez más empresas y organizaciones confían en algoritmos para tomar decisiones críticas, como la aprobación de préstamos, la selección de candidatos para un puesto de trabajo o incluso el diagnóstico de enfermedades. Sin embargo, ¿hasta qué punto es aceptable delegar la responsabilidad de decisiones tan cruciales a máquinas? A pesar de que la IA puede procesar grandes cantidades de datos y ofrecer recomendaciones objetivas, no puede tomar en cuenta el contexto humano o la moralidad de una situación de la misma manera que un ser humano. ¿Deberían los aspectos humanos ser parte del proceso de decisión? ¿Qué sucede cuando una IA toma una decisión equivocada y las consecuencias son irreparables? ¿Quién es responsable de esos errores?

El otro elemento que diferencia a la IA de las TIC anteriores es la posibilidad de generar ideas nuevas. En cuanto a la originalidad de la IA, nos encontramos con la cuestión de si las creaciones generadas por inteligencia artificial, como textos, obras de arte o música, son verdaderamente originales. Si una máquina produce contenido a partir de grandes volúmenes de datos, ¿es legítimo considerar a esa creación como producto genuinamente nuevo? ¿O estamos frente a una suerte de "reconstrucción" de lo que ha sido previamente creado por humanos? Además, este fenómeno plantea la pregunta sobre quién es el autor de esa creación: ¿la IA misma, los programadores que la diseñaron, o el usuario que la utiliza y plantae los promts específicos? Este debate tiene implicaciones legales, culturales y filosóficas sobre la propiedad intelectual y los derechos de autor en la era digital.

Un tema igualmente controvertido es el uso de asistencia de IA en tareas como la escritura. A medida que las herramientas de IA se perfeccionan, muchas personas recurren a ellas para realizar tareas escolares, escribir artículos, ensayos o incluso obras literarias. Sin embargo, surge la pregunta ética de si es apropiado escribir con la ayuda de una máquina. ¿Estamos perdiendo nuestra capacidad de expresarnos creativamente al delegar parte de nuestra autoría a un sistema automatizado? ¿Deberíamos considerar estos textos generados por IA como una forma de plagio, ya que no son completamente fruto del intelecto humano? ¿Debemos informar que un texto fue creado con asistencia de IA? Este cuestionamiento abre la puerta a un debate sobre el valor de la creatividad humana en un mundo digitalizado.

Finalmente, el reemplazo de trabajos humanos por bots es un desafío que ya está comenzando a tener un impacto significativo en diversas industrias. Con la automatización de procesos y el aumento de la IA, muchas tareas que antes realizaban personas pueden ser asumidas por máquinas más eficientes y rápidas. ¿Qué pasará con aquellos trabajadores cuyas habilidades se vuelvan obsoletas? ¿Cómo garantizar que el reemplazo no conduzca a una mayor desigualdad social y económica? Además, surge la cuestión sobre cómo se distribuirá el poder en una sociedad donde la toma de decisiones y la gestión de recursos están cada vez más en manos de algoritmos. ¿Quienes controlan estas tecnologías tendrán más poder sobre la sociedad que aquellos que las usan? Y, en última instancia, ¿cómo garantizar que las tecnologías no acentúen las desigualdades preexistentes, sino que contribuyan a un bienestar generalizado?

Estos ejemplos muestran solo algunos de los desafíos éticos que se deben analizar a medida que las TIC y la IA siguen avanzando. Cada uno de estos puntos requiere una reflexión profunda sobre cómo equilibrar los beneficios tecnológicos con los principios éticos que deben guiar su implementación y uso en la sociedad.

[La imagen que acompaña el artículo fue generada por Dall-e utilizando Chatgpt]

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