viernes, 21 de agosto de 2020

Virtualidad, Tecnología y Gestión

Desde el Instituto Argentino de Profesores Universitarios de Costos (IAPUCO) me invitaron a su 4to Conversatorio online del 2020, donde estuve charlando un poco sobre los ya difusos límites entre la realidad y la virtualidad, hablé del impacto de las nuevas tecnologías y analicé la necesidad de medir otras cosas que no son financieras como parte de nuestra profesión.


Durante mucho tiempo nos dijeron que las tecnologías no eran para nosotros, que eran cosas futuristas y ajenas a nuestra profesión. 

Las veíamos distantes, como cosas de películas de ciencia ficción.

Preferíamos cosas más terrenales como una planilla electrónica, que se parecían más a lo que aprendimos, conocíamos y dominábamos.

Pero la realidad resulta ser otra cosa muy diferente.

Todo este tiempo, por ejemplo, pensamos que las personas mayores no se iban a adaptar, y con el paso de los años, los abuelos sí que se animaron a utilizarlas (en relación directa con necesidades concretas, como hablar con familiares en el exterior).

Pero también nosotros fuimos creciendo, y los que en los 80 pasábamos las horas en las primeras “maquinitas” de video juegos y experimentábamos con las Comodore 64, Spectrum y TK90, hoy ya estamos “crecidos”.

Con la pandemia Covid-19 (¿cómo hacer para no nombrarla?), vivimos una etapa muy novedosa, llena de desafíos, y de acelerados aprendizajes de competencias digitales.

Tuvimos que tele-trabajar, tele-enseñar o tele-aprender. Pero también tele-supervisar, tele-controlar, tele-colaborar, tele-gerenciar, tele-examinar, tele-discutir y tele-convencer.

Pasamos a estar muchas horas frente a una pantalla, repensando nuestro trabajo, nuestras formas de hacer, desarrollando competencias nuevas, descubriendo eficiencias (¡maravilloso evitar los traslados!) y sufriendo perder los viajes y los encuentros de café.

Pero la Pandamia nos mostró también que no estamos sólo frente a la computadora.

Hacemos multi-tareas: conectados en video-llamadas, respondiendo correos, intercambiando en grupos de whatsapp, asistiendo a conferencias virtuales, actualizando datos en planillas, aprobando compras en el ERP y comprando en línea.

Al mismo tiempo que preparamos el almuerzo, ayudamos a la familia a conectarse, reclamamos por el ancho de banda, colgamos la ropa y saludamos a los abuelos que nos miran desde el balcón.

Quedamos agotados y desbordados.

También desborDATOS, pues cada vez tenemos más datos al alcance de nuestro mouse o de nuestro Zoom.

Nos preguntamos cada día ¿En qué se fueron las horas que ahorramos en viajes de auto, micro, subte o tren?

En la pandemia redescubrimos el concepto de hiperconexión del que tanto se hablaba.

Y nuestra profesión, tan asociada a los números y los papeles de trabajo, resultó que se podía hacer a distancia, mediada por las TIC, con comunicaciones “en línea” y trabajo colaborativo.

Pero por supuesto no es nada sencillo.

Todos los días aparecen nuevas tecnologías, y no nos resulta fácil priorizar y aprender.

Las empresas para las que trabajamos también esperan de nosotros – profesionales de la gestión – que los ayudemos a desenredar esta maraña, y encontrar dónde poner el foco y reformular el control.

Porque esto afecta a las empresas, no es sólo tema de las personas.

Y en un mundo de redes sociales, de pronto vimos que eran fundamentales para el comercio electrónico, y para que muchas pymes pudieran sobrevivir a la crisis.

Whatsapp no es sólo para los individuos, implica un  nuevo flujo de información, de acceso, etc. 

Nuestros teléfonos inteligentes, son parte de ese límite borroso entre el mundo real y lo virtual. 

Ya no tiene sentido preguntar cuánto tiempo estamos conectados a internet, si la conexión es permanente. 

Hasta tenemos aplicaciones que analizan cuánto y cómo dormimos, a través de pulseras similares a las que miden las reacciones de nuestro cuerpo cuando corremos.

Y no es ciencia ficción, somos generadores permanentes de datos.

Cada vez hay un mayor número de dispositivos conectados a internet, recolectando datos. No son sólo computadoras y teléfonos. 

Hay tractores y cosechadoras que informan de manera detallada dónde y cómo se usó una máquina. Vehículos que están en condiciones de informar a una empresa de seguros cómo es que manejamos. 

Lavarropas que disparan órdenes de compra de jabón en polvo a través de Amazon. Sensores que monitorean consumos de energía de una planta industrial, temperatura en un contenedor, o movimiento de una mercadería.

Todavía muchas de estas tecnologías son emergentes, y como se refleja en el Hype Cicle de Gartner, algunas recién comienzan a difundirse, otras pasan por un pico de exageración de expectativas, luego caen en el abismo de la desilusión, para luego pasar por la rampa de la consolidación y llegar a la meseta de la productividad.

Internet de las cosas y la robotización de los procesos, está en la fase posterior a su pico de expectativas, y pronto llegará el momento de encontrar usos eficientes.

Estamos a tiempo de darle el seguimiento que se necesita y tomar acciones.

Nos podemos sentir agobiados también por este exceso de tecnologías que aparecen en las empresas y que deben ser analizadas, comprendidas, ponderadas, seleccionadas y adecuadas a procesos de negocios específicos.

Pero en todo esto hay buenas noticias para quienes tenemos por profesión los costos, la información y la gestión. Está frente a nosotros un “nuevo” rol. Con comillas, porque sigue siendo algo de lo que hemos hecho siempre: analizar, seleccionar, modelar y controlar procesos. 

Debemos buscar nuevas herramientas, formar equipos multidisciplinarios, asociándonos a otros profesionales que nos ayuden en este proceso de descubrimiento.

Recordemos que el problema no está en el registro de datos, sino en convertir esos datos en información útil para la toma de decisiones. Pero también ir un poco más allá para enfocarnos en el conocimiento. Articular la información que desarrollamos, formar a las personas, aportar una visión estratégica y sistémica, repensar la organización y repensarnos a nosotros mismos.


[Este texto también está disponible en mi Podcast]

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lunes, 17 de agosto de 2020

Mesa redonda: App Covid-19 Uy

Como parte de la Estrategia Digital frente a la pandemia COVID-19, el gobierno uruguayo puso a disposición de la población la aplicación Coronavirus UY. Esta aplicación, entre otras funcionalidades, recolecta información e incluye alertas de exposición que facilitarían el monitoreo y respuesta ante la aparición de focos de contagio específicos.

Fabrizio Scrollini, director ejecutivo de la Iniciativa Latinoamericana de Datos Abiertos (ILDA), consultado por la diaria sobre el acercamiento de Uruguay al uso de este tipo de aplicaciones, dijo que “es interesante ver que hubo una capacidad de respuesta a nivel de gobierno, sector privado y sociedad, cada uno desde sus roles. Sin embargo, persisten muchas preguntas acerca de la gobernanza, transparencia, y evaluación de estas aplicaciones [ya que] sabemos todavía relativamente poco de su implementación”.

Así que, desde la diaria, organizamos una mesa redonda, autoridades y académicos, donde intercambiaremos sobre las características, el alcance, las oportunidades y los posibles riesgos asociados a la implementación de este tipo de aplicaciones. Abordaremos el tema desde distintas perspectivas como la gobernanza de los datos, el acceso a la información pública, la protección de datos personales y la vinculación del Estado con las grandes compañías de tecnología a nivel global. 


Seré moderador de la mesa, en la que participarán: Ing. Pablo Orefice (director del programa Salud.uy en AGESIC), Dra. Patricia Diaz (investigadora en el Laboratorio de Datos y Sociedad - DatySoc, profesora UdelaR y UTEC) y Dr. Ing. Gustavo Betarte (profesor del Instituto de Computación - Inco, de la Facultad de Ingeniería, UdelaR), junto a Ing. Danilo Espino (columnista de tecnología en la diaria) que será el comentarista en el cierre de loso intercambios.


Pueden acceder al video completo en el sitio de eventos de la diaria: 

[Aquí una reseña de lo que fue la mesa redonda]
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