El autor plantea que el objetivo de la empresa debe ser sobrevivir, y es un enfoque que comparto en mercados tan competitivos y con clientes cada vez más exigentes, como decía en uno de los primeros artículos del blog.
Una muy buena frase que rescaté del libro es la siguiente:
Lo que quiera saber pregúnteselo al cliente |
Pues cuando hablamos de centrar a la empresa en el cliente nos referimos realmente a eso, donde el punto de partida, y de llegada sea el cliente. La organización no debería hacer otra cosa que pensar en el cliente, y hablar con él.
Si su empresa trabaja con distribuidores, recuerde que el verdadero cliente es el consumidor final, y no el intermediario. El cliente siempre debería ser el que usa el producto o servicio, y no el que paga o el que recibe la factura.
Eso implica también "que a los clientes les resulte fácil hacer negocios con Ud.", cosa que aunque parece trivial, no siempre sucede.
Hay empresas que olvidan el énfasis en el cliente, y parece que no quisieran que les compren. Por lo que no es algo menor ponerse como meta, rediseñar los procesos para el cliente.
Y ahora que estamos en épocas de crisis, nada más importante que identificar a los desertores, analizar las causas, trabajar en ellas, y establecer cómo serán recuperados. Finalizada la crisis no sería lógico empezar de cero a captar clientes.
[Imagen tomada de Virtuosso Producciones]
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